Seguidores

domingo, 16 de noviembre de 2008

Flor de té

AÑO I899. Un puerto anónimo de una ciudad cualquiera.

Emilia, una puta de puerto, le estaba inmensamente agradecida al aguardiente. El aguardiente la ayudaba. La curaba. Le quitaba el hambre, ahuyentaba el frío de sus huesos. Le calmaba el dolor de sus podridos dientes y reducía el dolor que le desgarraba las entrañas cada vez que orinaba. La hacía sentir mejor de lo que ningún hombre la había hecho sentir jamás. La calmaba.

Se llevó le botella a la boca y dio unos inestables pasos al frente. Resbaló, y su exabrupto se perdió en el estampido de la botella al estrellarse en el oscuro empedrado. Lloró, porque esa botella, y muchas como esa antes, la ayudaban a olvidar cosa del pasado lejano, porque del pasado cercano se cuidaba mucho de no recordar


Flor de té, así la llamaba su madre, su querida madre. Nunca ella vio una flor de té, pero se lo oyó decir a la señora de la casa grande y le gustó. Se llevó la mano a la cara, ¡allí, allí estaba la asesina de su madre! Y ella había sido castigada con la pena de vida y con la presencia de aquella maldición.


Su querida madre había muerto de viruela cuando ella tenía dieciséis años dejándola a ella terriblemente enferma entre la paja del establo. Allí vivió, alejada de la casa principal, su cara era demasiado desfigurada para exponerla a la vista de la familia y las visitas. Durante varios años se movió entre establo y establo, viviendo de lo que le daban a cambio de su precioso y núbil cuerpo.


Uno de los hombres que pasaron por la zona la trajo a esta maldita ciudad y la puso a trabajar en el puerto, su cara no era bonita y su cuerpo perdió la lozanía pronto. Tenía que compensar su falta de atractivo trabajando más y protestando menos.


Cada día le reprochaba a su madre el que no le la llevara con ella. Nunca se lo perdonó.


Y entonces descubrió el aguardiente. Se apoyó en la pared y se dejo resbalar hasta el suelo. Se le nublo la vista y un ruido como de batir de alas de un insecto empezó a zumbar en su cabeza. “Me está entrando el horror del aguardiente” se dijo. Levantó una mano y temblaba. Empezó a llorar. Vio una sombra delante de ella y levantó la vista, oyó decir “¿Lo haces? Su primer impulso fue decir “No, no me siento bien” Pero vio la moneda que relucía entre el índice y el pulgar del hombre y necesitaba aguardiente. Se levanto y dijo, “vale” En ese mismo momento una garra atenazó su garganta y vio el infierno en los ojos del hombre, su brillo atravesó su alma (cosa que ella ya había olvidado que tenía) y sintió que el fuego tiene en su caleidoscopio el azabache más profundo.


Dejó de sentir. El hombre, cuando se cayó al suelo, le dio una patada con el pie y la miro a la luz de la luna. “Me equivoqué, no es ella.” Le dio una última patada y dijo:”Bah,
una puta menos”

10 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Bello post, en el cual haces un estremededor relato lys, es uno de los mas tristes y espeluznantes que he leido en mucho tiempo.

Indudablemente, hay seres para los que vivir es una "pena", hay pena de muerte y "pena de vida", como bien dices. Esa sola frase...resume a la perfección el espiritu de tu narración.

Me ha gustado mucho pero...me ha dejado un poquito de tristeza.

UN BESO!

Mónica dijo...

hola lys... felicitaciones, excelente relato. Una joyita.

nos vemos. bss.

Jesús dijo...

Vaya relato. No es una novela, ni corta ni larga. No es un cuento.¿Como se llama este tipo de narraciones?

lys dijo...

Te compremdo Cornelivs, a veces paro unas cosas...


Un beso Mónica


Susej, yo los llamo"Retrato de una putada de la vida"


Es ficción, lo que pasa es que, a veces, la realidad supera la ficción y en este mundo nunca se sabe

Anónimo dijo...

Me alegraste la noche.
Hoy me pillas sin tiempo, pero prometo volver.
Me entusiasmó que entraras con tanta fuerza en mi desván. Me vino bien leerte.
¿Eres un ángel?
Lo dicho, prometo volver y tratar de conocerte. Si tú me dejas claro.
Un beso muy grande, cuídate y que te vaya bonito.

Anónimo dijo...

dame tiempo.estoy en ello

Anónimo dijo...

Caray nos trasladas un sentimiento que hasta nos hace solidarizarnos con la protagonista.

Sí la realidad supera con creces la ficción.

Hemos hablado muchas veces de ello, del principio y del final, de los extremos, del delante y detras, del aqui y del alla, de lo que yo llamo el bucle. La culpa la tiene un gen, el gen del mal que todos llevamos dentro en nuestra alma, pero tenemos suerte también tenemos el gen del bien, que nos hace evolucionar como personas y como sociedad. Esa evolucion que nos hace llevar a juicio a los que hacen el mal. lomalo es que en algunas sociedades predomina la utilizacion del gel del mal y en otras está mal visto hacer extremadamente uso del gen del bien. Aquí en esta sociedad ¿como llamamos a los muy buenos?

Eres brillante Lys.

Voy a realizar una manifestacion bloguera para pedirte que publiques un libro de relatos cortos, medianos o largos como quieras. Hazlo.

Un beso Lys

Anónimo dijo...

Como te prometí, estoy de vuelta.
Un relato terrible y desolador. Se ahogan más personas en el alcohol que en el mar, pero sin duda nadie merece tan trágico destino. Me ha parecido valiente tu forma de narrar esta historia, sin endulzar la realidad. Voy a por el siguiente texto. Un beso grande.

Anónimo dijo...

la desesperación y la tristeza, enjuaguémoslas en besos y no en soledad ni en sueño

s

Javier Úbeda Fernández dijo...

Hay tanta gente que vive y muere sin conocer que otra vida es posible...

Triste y real, como la vida misma.