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viernes, 25 de julio de 2008

Despertar


A mí me gustaría seguir siendo niña, y como ya no lo soy, sólo me queda fingirlo, y a veces lo intento.

Me ayuda mucho en ello la amenaza aprendida a fuego, pendiente de mi cabeza:

“Cuidado con apartarte, el precio - nos lo han dicho mil veces- sería insoportable: la soledad, el desprecio, el desamor, la desprotección el abandono…” a sí y todo cuando despierto de mi sueño infantil, echo a caminar, insegura porque no conozco mis fuerzas y porque me acompaña una dolorosa intuición:

un día descubro que los que creía mis protectores en mi fragilidad no eran, en realidad, verdaderos amigos. Y de este modo aprendo a soñar cada vez menos, algún día le daré a mi niñez un funeral digno

viernes, 18 de julio de 2008

Para decir hasta pronto


Si alguna vez decides detenerte, y mirar, y llenarte las manos con todo lo que has visto, decidido,
creado,
guarda un hueco minúsculo, como de una mano,un pequeño escondite entre las frases y las horas, y escribe en el los versos que no han sido.
Atiende, no te olvides de nada.

Haz un largo recuento de kilómetros.
de llamadas perdidas,
de los breves momentos que has llevado en tu mente,
al sitio que no fueron,
de los suspiros con nombre.
Atiende, no te olvides de nada.

Ni siquiera te olvides de las promesas rápidas,
de las canciones tristes,
de las conversaciones sin menor importancia,
cuál fue el amor,
en qué lugar dejaste las palabras.
Pon cuidado y no te olvides de nada.

Y entonces, sólo entonces,
vendrán desde ese hueco sin orden los recuerdos apenas vividos
y tal vez los guardes en un lugar nuevo,
imperceptible y cálido.

martes, 15 de julio de 2008

El sueño de J.


No hace mucho leí en un periódico la historia de J que soñaba con una ciudad.

Atravesó guerras, desiertos, desencantos, y, al final de sus días, en sus últimos años, iba a cumplir por fin ese sueño mil veces recorrido.

La noticia termina antes de que J ponga pie en el destino escrito como un verso en un billete de tren que compró en su infancia en alguna estación de la memoria.

No sé si habrá llegado cuando escribo esto, si estará recorriendo las calles de otro tiempo y otra vida, si tendrá por fin ese sueño entre las manos.

Y después, mucho después, una vez dejado el periódico y las horas sobre la mesa, he pensado en mí, en todos los que andamos por el mundo con un billete en las manos, comprado alguna vez en alguna estación de la memoria. Y, antes de dormirme, he soñado con un tren blanco y veloz, con una niña sentada junto a la venta que mira a lo lejos, muy lejos, hacia un lugar tras las montañas

De Lys*

viernes, 11 de julio de 2008

martes, 8 de julio de 2008

Así es

La soledad de las grandes ciudades, el hiperindividualismo, la muchedumbre solitaria, las nómadas sociales, fueron temas relevantes en la segunda mitad del siglo xx, pero apenas se habla ya de ello.
Los individuos no se han entrañado ni abrazado más entra sí, pero electrónicamente nos comunicamos de tal modo que el fenómeno de de la interconexión parece haber acallado las inquietudes o las voces del aislamiento.

Mientras las relacione en el cuerpo a cuerpo sigue debilitándose, las relaciones a distancia, mascara a mascara aumentan y proliferan.

Es facil intentar ser un individuo diferente o mejor. Nos valemos del diseño de la imagen al antojo. Los niknames, avatares… El anonimato promueve los juegos de sexo, de edad, se pueden crear personajes diversos sacados sólo de la imaginación que puede
a veces dañar al que se deja llevar por esa seducción y fantasía.

Crecen los telecontactos, se multiplican los clubes y aumentan los hogares ocupados por una sola persona.

Ahora conectamos con más gente con una ventaja añadida: no tenemos que aguantar su aliento.

¿Es bueno, o malo? La historia dirá