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martes, 27 de mayo de 2008

Porque viene al hilo y porque nos afecta.


“Sí, el porno sirve para cascártela y para aprender, pero exagera que te cagas. En realidad te corres rápido, las pibas no tienen esas tetas, y nunca te vas los dos a la vez”

No, no estamos en una despedida de soltero (con varias copas de ribera y unos cuantos wiskies entre pecho y espalda) estamos en un instituto de enseñanza segundaria y son unos chavales que tienen entre 14 y 16 años. Pablo, el piquito de oro cumplió 15 en navidad. Es uno de los que primero levanta la mano cuando se les pregunta quiénes han mantenido relaciones sexuales con penetración. Los iniciados son los únicos capaces de aplacar el guirigay de exabruptos, obscenidades y machadas con que se recibe cada palabra de la reportera - ¿Dónde y como veis el porno? ¿No os controlan vuestros padres?

“¿Y qué? En Internet, el móvil, la tele, en el MP4. Las guarradas rulan por todas partes”

“Oiga, ¿y no nos pregunta cuántas pajas nos hacemos al día?” ( lo dice un crío con voz de pito y la cara llena de espinillas)

Ya que lo dices, contesta tú mismo-

“Una es lo mínimo, pero mejor tres, es como lavarse los dientes”

Pediatras, profesores, psicólogos y sexólogos especializados en proporcionar información sexual y afectiva a los adolescentes avalan estos estudios, que son mucho más amplios de lo aquí expuesto. Muchas cosas no an cambiado tanto. Hoy los adolescentes tienen mucha información, pero falta la guía parental. Como en los tiempos de María castaño. Por mucho siglo XXI...

Los padres pueden ignorarlo. Negarlo. No querer enterarse, pensar que sus niños no son de ésos, pero sus niños (y niñas) lo hacen.
Cada vez más. Cada vez antes. Cada vez con más gente.
Hay mucho sexo en la ESO.

Una minúscula parte de un amplio reportaje de LUZ SANCHEZ en EL SEMANAL (El País)

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