Los sueños, no tienen la mayoría de las veces ningún sentido. Son como visiones fugaces de otras vidas, compuestas de nosotros mismos y otras cosas que se agregan y se disgregan.
El fantaseo, que es el pensamiento en estado de nebulosa confina con el sueño,( a veces conspira con el) y tiene en este su frontera. El aire se puebla de transparencias vivientes que dan paso a lo desconocido y se adentran sin explicación posible en la vasta abertura de lo posible.
Allí hay otros seres, otros hechos; nada sobrenatural, sino la continuación de pensamientos, fantasías y nociones vagas de los que casi no hemos sido conscientes.
La llegada del sueño es siempre sinónimo de cansancio, es la necesidad de descansar. Los ojos de la carne se cierran; entonces, en cada cabeza amodorrada, pero menos inerte de lo que se cree, se abren otros ojos; aparece lo desconocido. Las cosas oscuras, impronunciables, las fantasías diáfanas, insensatas, las posibilidades más improbables se entremezclan, se revuelcan algunas veces juntas y resultan en esas confusiones que nos dejan perplejos, o con sonrisas de bobos al despertar.

-Anoche tuve un sueño-

-¿Lindo-?

-No sé, no recuerdo-

Nada más lejos de mi intención que tratar de explicar los sueños Ya lo hizo José en el viejo Egipto, pero él contó con ayuda divina. De hecho,hoy, hay mucha gente que se ocupa de hacerlo, yo sólo he tratado de pasar un ratito escribiendo, naderías que es lo mío.