La reina del Polo

A los que leyeron La OSA y les gustó, quizás les guste leer esta su continuación y fin de la historia.

Algunos me preguntaron,
?por qué a un científico y no a un cazador furtivo?

Por que el cazador furtivo usa su razón, única superioridrad sobre la bestia
y al científico le puede el corazón.


Parecía un mal sueño, no podía ser otra cosa, con sólo cerrar los ojos podía ver a su padre en el hielo, lejos, un puntito negro en un océano de hielo.

Una voz le hizo volver a la realidad
-¿Hay novedad?- Era Ammy, su amiga de siempre.
-No. Y ya son seis días de búsqueda- Dijo John pasándose la mano por la cara como para despejarse, llevaba ni sabía cuantas horas delante del ordenador, miraba y remiraba las últimas imágenes mandadas por su padre. Ammy miró la pantalla, para ella todo era blanco, le costaba percibir nada que no fuera nieve. Vio sobra la mesa una foto grande de una osa polar adentrada en el hielo: un hielo blanco azulado con reflejos de color turquesa, sobre ella caían al sesgo los cegadores rayos solares. La osa tenía la cabeza baja, estaba en la postura típica para oír las focas.

-¡Qué belleza! Dijo Ammy-

Sí. quizás lo sea. Para mí es sólo el carnívoro más grande de la tierra, una máquina de matar. La identificó mi padre el año pasado. La llamó La nadadora.

¿-Por qué?-

-¿Tú qué crees? Por qué recorre grandes distancias a nado-

-Perdona la pregunta , Pero ¡Mira! Qué pies tiene! ¡Ostras! Te puedes acurrucar en ellos!

John ni la oyó, estaba absorto, le dio al ratón y leyó el último email que mandó su padre.
Le decía que había avistado a la nadadora. El entusiasmo y la pasión que le transmitían sus palabras, producían en John una inquietud alarmante.

-La expedición de tu padre no tenía nada que ver con los osos polares, ¿verdad?-

-No. John no podía decirle a Ammy que la expedición en la que participaba su padre tenía como meta estudiar seis momias de Inuit de más de seiscientos años de antigüedad, perfectamente conservadas.

-Tendrías que irte a casa, estás agotado-

-Sí, igual puedo esperar en casa. Ya son seis días se acaba el tiempo.

-Te acompaño?

No. Ammy, gracias. Necesito estar sólo.
Abrió la puerta de su casa, la compartía con su padre desde hacía seis años que murió su madre.¿tantos? John no era creyente pero estuvo tentado de preguntar al recuerdo de su madre la repuesta a tanta incertidumbre.
Sonó el timbre, y se volvió sobresaltado, respiró hondo y abrió.
-¿John Reeves?-

Vió sus labios moverse pero no oyó sus palabras. Lo único que podía hacer es mirarla.
Era tan alta como él pues sus increíble ojos estaban al mismo nivel que los suyos y una cola de azabache le caía sobre los hombros.
¡Qué cara se le queda a uno cuando se da cuenta de que está ablando con su fantasía?

Vio una mano, -Soy Katherine , delegada de la expedición “Hommix”-

John reaccionó. -Pase por favor.

-Han encontrado el GPS de su padre y algunas ropas. Lo siento, lo siento mucho- Dijo Katherine- extendiendo ambas manos hacía John. - Se cree que fue La nadadora-

Todo el cuerpo de John se crispo, pero esa fue toda la emoción de que era capaz de expresar en ese momento. -Tengo que ir- Dijo.

No fue difícil llegar, todo estaba dispuesto
Llego el día, no podría vivir si no llevaba a cabo su deber. Miró la foto de La nadadora y murmuró, -Asesina... lo sé todo sobre ti. Sé que vives donde nadie puede, sé que puedes dormir en medio de una tormenta cubierta de nieve, sé que puedes nadar y bucear bajo el hielo. Sé que eres el fantasma blanco de los mares helados, y sé que un sólo balazo no basta para matarte.

El día era de cristal, el cielo límpido reflejaba toda su luz sobre la inmensidad del fin del mundo. Y fue cuando la vio. Una mezcla de emociones le dominaron, pero sobre todos ellos sobresalía la rabia. Se llevó el rifle a la cara, el pulso firme, y apunto. La tenía en el centro de la diana, inmensa, poderosa, era la reina y lo sabía. De pronto la osa se agachó y se arrastró unos metros, eso descolocó a john que bajó el rifle y se quedó mirando. Lo que vio lo dejo asombrado. Una mole blanca enorme, se acercaba a la osa. Un macho dos veces mas grande que la delgada osa parecía esperarla, ella no perdió ni un ápice de terreno y se abalanzó sobre el macho. La lucha fue encarnizada y larga. La osa se las arreglaba para que el macho se fatigara, ella debía saber que las capas de grasa del macho jugaba a su favor, y no sin coste para ella misma ganó la batalla. Se alzó de patas, rugió varias veces y John pensó: ahora! Justo cuando se disponía a apretar el gatillo lo vio. Un osezno saltarin se izó del suelo donde había estado y corría gozoso hacia su madre dando saltitos retozones. La osa estaba a tiro, un tiro directo al corazón. John mantuvo el pulso un interminable minuto y poco a poco bajo el rifle. Cayendo de rodillas por primera vez lloró. Supo que su padre ni en esta vida ni en la otra le perdonaría.


Les deseo a todos los que están disfrutando de un finde largo que sean felices y lo disfruten, y a los que como yo van a tener un finde cortito tambíen.