L, ansía la plenitud. Pero ni el ron, ni esa llamada de teléfono que la ofrece una forma ordenada de locura, ni siquiera la palabra perfecta que describa el fruto del ciruelo servirán para llenar el vacío.
L, piensa que nada es esto, tampoco yo soy esto ni soy yo. Con una sonrisa blanda, L, desciende de la terraza donde los geranios se elevan como delicadas uñas hacía la tarde violeta y cómoda que aborrece.
Atraviesa el sonoro sendero de chinas blancas y la pista iluminada de un falso ultravioleta que traspasa los íntimos mecanismos de la sangre que se abre ante ella.
Sonríe; sabe doblegar a la música.
L, baila mientras piensa que el amor también puede habitar en lo inútil.
De LYS*
2 comentarios:
Precioso texto. Paseandome por tu blog, estoy descubriendo tantas cosas hermosas, que a partir de este mismmo instante me confieso seguidora de tus letras.
Un abrazo
Gracias Lola por pasar por este mi humilde rincón, me alagan tus palabras, pero en realidad no sé escribir. eso sí, una cosa es cierta: me lo paso bien
Saludos amiga
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